
Al menos una de cada docena de estrellas ‘gemelas’ muestra evidencia de ingestión planetaria, según un artículo publicado en la revista Nature.
El estudio revela que alrededor del 8% de las estrellas examinadas parecen haberse tragado al menos un planeta durante su existencia. Duplicando el número de estrellas binarias que se sabe que han consumido un planeta y cuestiona la percepción de que los sistemas solares maduros que albergan planetas similares a la Tierra suelen ser estables.
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Investigaciones previas habíasn sugerido la posibilidad de que las estrellas pudieran consumir planetas, pero la frecuencia de este evento era un misterio. Se sabía, por ejemplo, que algunas estrellas distantes exhibían niveles inusuales de elementos como el hierro, lo cual es característico de la formación de planetas rocosos, como la Tierra.
Sin embargo, se desconocía qué tan común era este fenómeno en el cosmos. sto debido a que las estrellas varían mucho en su composición química, lo que hace difícil demostrar que ciertos elementos particulares presentes en una estrellas sean indicativos de haber ingerido un planeta.
Para desentrañar el misterio, los científicos recurrieron a un enfoque ingenioso: estudiar 91 pares de estrellas nacidas al mismo tiempo, conocidas como estrellas «connatales». Si estas estrellas gemelas han compartido el mismo entorno y materiales de formación, deberían tener composiciones químicas prácticamente idénticas. Por lo tanto, cualquier diferencia significativa entre ellas podría indicar que una de las estrellas ha absorbido material de un planeta.
Con este enfoque, los astrónomos dirigidos por investigadores de la Universidad de Monash en Australia, utilizaron datos del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea para identificar estos pares de estrellas, que se encontraban relativamente cerca entre sí, a menos de un millón de unidades astronómicas de distancia. Esto es, a menos de un millón de distancias entre el sol y la Tierra. Una proximidad que facilitó la comparación de sus composiciones químicas.
A través del análisis de la luz emitida por estas estrellas gemelas, los científicos pudieron determinar sus composiciones elementales, a través de un minucioso examén de señales espectrales utilizando instrumentos como el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile, el Telescopio de Magallanes y el Telescopio Keck en Hawái.
Los resultados revelaron que alrededor del 8% de los pares de estrellas examinados mostraron signos de haber absorbido material planetario. Esta cifra, que equivale aproximadamente a uno de cada 12 pares, sugiere que la ingestión planetaria es un fenómeno más común de lo que se pensaba anteriormente.
El equipo descubrió que estas estrellas «devoradoras de planetas» se diferenciaban de sus gemelas y mostraban un patrón químico distinto con mayores cantidades de ciertos elementos como hierro, níquel y titanio en comparación con otros como el carbono y el oxígeno. Estas diferencias son una fuerte evidencia de que la estrella ha ingerido un planeta, dicen los autores.
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Si una estrella anfitriona envuelve a uno o más miembros de un sistema planetario, sugiere que debe haber ocurrido cierta inestabilidad en la dinámica del sistema.
Las simulaciones indican que tal inestabilidad puede ser común en la vida temprana de un sistema planetario, en los primeros 100 millones de años aproximadamente. Sin embargo, cualquier rastro de planetas «asesinados» se vuelve indetectable en las estrellas que tienen miles de millones de años, los que a su vez son los más estudiados.
Esto sugiere que las anomalías químicas que vimos fueron causadas por inestabilidades más recientes, lo que provocó que las estrellas consumieran algunos planetas o material planetario, dicen los astrónomos.
Esta revelación no es del todo inesperada. Los modelos teóricos que estudian la dinámica planetaria indican que muchos sistemas planetarios son inestables, especialmente entre sistemas con una especie de planeta llamado «súper Tierra», planetas algo más grandes que la Tierra pero mucho más pequeños que otros gigantes como Júpiter.
Lo que hace que el estudio sea convincente es que las estrellas estaban en su mejor momento de vida: las llamadas estrellas de secuencia principal, en lugar de estrellas en sus fases finales, como las gigantes rojas, según los científicos.
Además, estos resultados plantean preguntas intrigantes sobre la estabilidad de los sistemas planetarios en general. ¿Qué factores pueden desencadenar la ingestión de un planeta por una estrella? ¿Qué impacto tiene este fenómeno en la evolución de los sistemas estelares y planetarios?
Aunque el estudio proporciona nuevas perspectivas sobre la vida estelar y planetaria en el universo, aún quedan interrogantes por responder. Por ejemplo, ¿las estrellas están consumiendo planetas enteros o simplemente están capturando los restos de su formación planetaria? Esta incertidumbre subraya la necesidad de seguir investigando este fascinante fenómeno cósmico.
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