Los genes anticancerígenos de los elefantes habrían evolucionado gracias a sus testículos

El hecho de mantener los testículos en el interior de sus cuerpos pudo haber impulsado a los elefantes a desarrollar genes anticancerígenos, según una nueva hipótesis.

Los genes anticancerígenos de los elefantes habrían evolucionado gracias a sus testículos
Un elefante joven mostrado en una imagen de temperatura de color falso de una cámara FLIR. La ubicación estimada de los testículos se muestra con la flecha en el recuadro, que muestra que la imagen se tomó a última hora de la tarde y fuera de pleno sol. Se muestra que la medición puntual en el cuerpo por encima de la posición de los testículos es de 37,6 °C en el momento de la observación, cuando la temperatura del aire era de 28,6 °C medida con un termómetro de calibración. Crédito: Tendencias en ecología y evolución

Un biólogo evolutivo de la Universidad de Oxford sugiere que hay una conexión entre los testículos y la evolución de los genes anticancerígenos en los elefantes. Su estudio publicado en Trends in Ecology & Evolution podría explicar por qué estos animales rara vez contraen cáncer.

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En teoría, los elefantes por ser animales grandes y tener más células deberían tener mayores probabilidades de desarrollar cáncer, pero en la práctica no sucede así: estadísticamente, tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer que los humanos, a pesar de que son mucho más grandes que nosotros. Está contradicción se conoce como la «paradoja de Peto».

En la década de 1970, un epidemiólogo llamado Richard Peto describió el fenómeno: los animales grandes, a pesar de tener muchas más células que potencialmente podrían convertirse en células cancerosas, no parecen tener un mayor riesgo de desarrollar cáncer que los animales más pequeños.

Los genes anticancerígenos de los elefantes habrían evolucionado gracias a sus testículos
Fig. 2. Gráfico que muestra diferentes tamaños de animales y tasas de mortalidad por cáncer.(Crédito de la imagen: Visual Capitalist/Science Photo Library/Getty Images)

La explicación a la paradoja, por lo menos en los elefantes, parece estar en su historia evolutiva. Se ha descubierto que tienen varias copias de un gen encargado de crear una proteína implicada en la división celular, el gen TP53.

La proteína que sintetiza el gen, llamado p53, evita que las células se dividan demasiado rápido y ayuda a prevenir el daño del ADN al corregir los errores en las copias. Además, si la proteina «nota» que la reparación del ADN es imposible, entonces lleva a la celula al suicidio, a la muerte celular, a la apoptosis.

Está cantidad de copias del gen, hasta 20 en cada célula, mantendría protegido a los elefantes de las mutaciones celulares al tener múltiples rondas de “edición de copias”. En cambio, los otros animales, incluyéndonos a nosotros, solo poseen una copia del gen, por lo tanto, desarrollan más cáncer.

Pero, según la nueva hipótesis de Fritz Vollrath, biólogo evolutivo de la Universidad de Oxford, la cantidad de copias de este gen al principio no habría evolucionado para evitar la aparición del cáncer en los elefantes, si no para proteger a la esperma de las altas temperaturas.

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A diferencia de otros animales que tienen los testículos parcialmente fuera del cuerpo para enfriarlos, los machos de los elefantes (y los afroterios, el grupo al que pertenece) tienen los testículos dentro del cuerpo, en la región del abdomen. Por lo tanto, mientras que en los seres humanos o los perros, la temperatura de los testículos se mantienen por debajo de la temperatura corporal, en los elefantes los testículos tienen la misma temperatura que todo el cuerpo.

«Es probable que esto tenga serias implicaciones para la producción de esperma», dice Vollrath en su artículo.

Fig. 3. (A) Ilustración del proceso de desarrollo que da como resultado el descenso testicular. (B) Representación simplificada de la posición de los testículos (naranja) y los riñones (azul) que ilustra las tres condiciones discutidas aquí. Arriba: testicondia (sin descenso testicular) ilustrada para el elefante (Afrotheria). Medio: descenso parcial (testículos ascrotales) ilustrado para la foca (Laurasiatheria). Abajo: descenso completo (testículos escrotales) ilustrado para el caballo (Laurasiatheria). Los animales no están dibujados a escala. Creditos: Sharma, et al. / PLoS Biology, 2018. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.2005293

Como la formación de espermatozoides se ve afectada por la temperatura, un aumento en pocos grados conduciría a la disminución de calidad del esperma. Si el ADN dañado por el calor no se repara, los espermatozoides serían inviables.

Lo que se agravaría para un animal que vive en África, por ejemplo, dónde las temperaturas corporales pueden sobrepasar los 40°C. «Unas temperaturas peligrosamente altas para la producción de esperma» dice el biólogo.

Por esto, la evolución habría conferido a los elefantes con copias y copias del gen TP53, para producir más proteínas que ayuden a repetir el ADN, evitando que las células entren en apoptosis (muerte celular) y los espermatozoides puedan desarrollarse adecuadamente.

No importa cómo evolucionó, los elefantes parecen tener una forma de eludir el cáncer de forma natural, y estudiar cómo funciona puede ayudarnos a comprender más sobre la enfermedad, dijo Vollrath.

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[Desde Guna Yala, un artículo de Morbeb]

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