El sexo deja una ‘huella microbiana’ en los genitales, incluso con preservativo, revela estudio

El 'sexoma', como los científicos han nombrado a los microorganismos genitales, podría ser una herramienta forense valiosa en el futuro.

El sexo deja una 'huella microbiana' en los genitales, incluso con preservativo, revela estudio
Microbioma. Créditos: Donny Bliss, NIH vía Flickr.

Un estudio reciente de la Universidad de Murdoch en Australia ha revelado que el sexo implica mucho más que el intercambio de caricias; también incluye un intercambio de microbiomas genitales entre las parejas. Lo más sorprendente es que este intercambio parece ocurrir incluso cuando se usa preservativo.

Los científicos llaman a estos microorganismos genitales como «sexoma» y plantean que su análisis podría tener aplicaciones prácticas en la medicina forense, ayudando a identificar a los agresores sexuales en casos donde no hay ADN del atacante.

En teoría, podríamos tomar muestras genitales de personas sexualmente activas y analizar sus microbiomas. Comparando estas muestras con las de posibles amantes, llegaríamos a identificar con quién han tenido sexo recientemente.

El sexo deja una 'huella microbiana' en los genitales, incluso con preservativo, revela estudio
Fig. 2. Resumen gráfico del estudio. Créditos: Dixon, et al./iScience, 2025.

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Estudios previos ya habían demostrado que cada persona tiene una composición bacteriana única, que varía según la parte del cuerpo y el individuo. Por ejemplo, un estudio de la Universidad Deakin en 2020 reveló que el microbioma de una persona puede transferirse a otra, ya sea por contacto directo, como un apretón de manos, o indirecto, al tocar una superficie. Esto significa que nuestras bacterias pueden rastrearse hasta nosotros, como una especie de huella digital microscópica.

El sexoma parece seguir la misma lógica. Un estudio de 2023 descubrió que la composición microbiana del pene y la vagina cambia después del sexo, y que estas bacterias son únicas para cada persona. Sin embargo, ese estudio no logró identificar con precisión qué especies y subespecies de microbios se transferían, lo que sería crucial para rastrear de qué persona provienen.

Para profundizar en este fenómeno, en el nuevo estudio, el equipo de la Universidad de Murdoch reclutó a 12 parejas heterosexuales de entre 20 y 30 años. Cada participante recolectó muestras de hisopos genitales en dos momentos: después de un período de abstinencia sexual (entre 2 y 14 días) y poco después de tener relaciones sexuales. En total, se analizaron 48 muestras utilizando secuenciación de ARN, una técnica que permite identificar bacterias hasta subespecies a nivel genético.

El objetivo era claro: entender cómo cambia la composición microbiana de los genitales antes y después del sexo, y si estas «huellas microbianas» podrían usarse para identificar a las personas involucradas en un encuentro íntimo.

Los resultados fueron reveladores. Antes del sexo, cada participante tenía una comunidad única de microbios en sus genitales. Pero después de la penetración, estas bacterias se transferían de un cuerpo a otro de manera recíproca, y podían identificarse en la muestra previa (sin sexo) de su pareja.

El sexo deja una 'huella microbiana' en los genitales, incluso con preservativo, revela estudio
Fig. 3. Composición de bacterias de la piel de la vagina y del pene en la pareja 1 sin el uso de preservativo, antes y después del sexo. Para cada muestra, los géneros bacterianos se muestran en círculo. Dónde cada círculo representa un ASV (secuencia de ARN bacteriana); cuanto más grande el círculo más presencia de esas bacterias. Créditos: Dixon, et al./iScience, 2025.

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En general, el estudio encontró que las mujeres tenían un mayor volumen de bacterias en sus microbiomas genitales, con un promedio de 8 038 secuencias genéticas bacterianas previo al sexo, en comparación con 6 661 en los hombres. Sin embargo, los hombres mostraron una mayor diversidad de especies bacterianas, con aproximadamente el doble de especies representadas en comparación con las mujeres.

Los científicos sugieren que esto se debe al entorno de cada órgano. El pene, al ser más externo, tiene un ambiente aeróbico (con oxígeno) y alberga bacterias comunes en la piel, como Staphylococcus y Corynebacterium. En cambio, la vagina es un entorno anaeróbico (sin oxígeno) dominado por bacterias como Lactobacillus. Esta diferencia permite que las bacterias que normalmente no se encontrarían en uno u otro órgano se transfieran durante la intimidad.

Después del sexo, en las mujeres se observó un aumento en bacterias como Finegoldia, Corynebacterium y Staphylococcus, provenientes del pene y la disminución de las mismas bacterias en sus parejas. En los hombres, hubo un incremento de Limosilactobacillus y Lactobacillus, típicos de la vagina y disminución de estas bacterias en las mujeres. Básicamente las bacterias «viajaron» de un órgano a otro, dejando rastros identificables.

Pero aquí viene lo más interesante: este intercambio bacteriano ocurrió incluso cuando se usó condón. En tres parejas que reportaron haber usado preservativo, los investigadores detectaron transferencia bacteriana, aunque en menor cantidad. Por ejemplo, en una pareja, el número de especies bacterianas detectadas en el hombre aumentó de 56 a 133 después del sexo, mientras que en la mujer pasó de 11 a 63. Esto sugiere que, aunque el condón reduce el contacto directo, no detiene por completo el «tráfico microbiano». Lo que si varia es la diversidad. En las mujeres de parejas que usaron preservativos la diversidad era reducida, lo que indica que la mayor parte de la transmisión se produce de la mujer al hombre al usar el profiláctico.

Además, se observó la presencia de algunas bacterias que no estaban presentes en ninguno de los dos antes del acto sexual, lo que sugiere que provenían de otras partes del cuerpo o se transfirieron al manipular el preservativo.

«Estos resultados no solo proporcionan evidencia de transferencia microbiana detectable con el uso de condón», explican los científicos, «sino que también muestran bacterias introducidas a través del sexo desde ambientes fuera de los genitales».

El sexo deja una 'huella microbiana' en los genitales, incluso con preservativo, revela estudio
Fig. 4. Composición de bacterias de la piel de la vagina y del pene en la pareja 4 con el uso de preservativo, antes y después del sexo. Para cada muestra, los géneros bacterianos se muestran en círculo. Dónde cada círculo representa un ASV (secuencia de ARN bacteriana); cuanto más grande el círculo más presencia de esas bacterias. Créditos: Dixon, et al./iScience, 2025.

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Uno de los hallazgos más prometedores del estudio es que estas «huellas microbianas» podrían usarse en investigaciones forenses. Por ejemplo, en casos de agresión sexual donde no se encuentra ADN del agresor, el análisis del sexoma podría ayudar a identificar al responsable. Los investigadores observaron que algunas bacterias permanecen en el cuerpo hasta cinco días después del encuentro, incluso después de ducharse. Esto sugiere que las firmas bacterianas podrían detectarse varios días después del contacto, lo que sería invaluable en casos donde la agresión haya ocurrido días antes del análisis, las «huellas seguirían ahí».

El estudio también analizó si otros factores como la circuncisión, el sexo oral y el vello púbico inciden sobre el microbioma genital, pero no encontraron que estos afectaran significativamente la transferencia bacteriana. Sin embargo, se ha visto que la composición del microbioma vaginal puede cambiar durante la menstruación, lo que sí podría influir en el sexoma.

Aunque los resultados son emocionantes, los investigadores advierten que este es solo el comienzo. El estudio incluyó a solo 24 personas, por lo que se necesitan más investigaciones con grupos más grandes para confirmar estos hallazgos. También quedan preguntas por responder, como cuánto tiempo permanece el «sexoma» después del coito o cómo factores como la higiene personal o el uso de productos íntimos afectan estos rastros microbianos.

«La aplicación del sexoma en casos de agresión sexual todavía está en sus inicios», dicen los investigadores. «Necesitamos más estudios para asegurarnos de que esta técnica sea confiable y válida para la ciencia forense».

Este estudio nos recuerda que el sexo no solo conecta a dos personas a nivel físico y emocional, sino también a nivel microscópico. Nuestros cuerpos están llenos de bacterias que, aunque no vemos, juegan un papel crucial en nuestra salud y en nuestra identidad. Y ahora, gracias a la ciencia, sabemos que estas bacterias también pueden contar historias: historias de encuentros íntimos, de transferencias invisibles y, quizás en el futuro, de justicia.


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