Unas majestuosas criaturas que habitan las frías aguas del Ártico parecen superar una marca perteneciente a los elefantes: el récord de la gestación más larga conocida entre los mamíferos.
Según un estudio publicado el año pasado, hay indicios de que las ballenas de Groenlandia (Balaena mysticetus) pueden estar embarazadas hasta por 23 meses, lo que superaría por un mes el tiempo que tardan los elefantes en dar a luz.
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Las ballenas de Groenlandia son las únicas ballenas barbadas endémicas del Ártico, pueden vivir por más de 200 años, alcanzan la madurez sexual a una edad tardía y les lleva mucho tiempo crecer. Pero, a pesar de su longevidad, no se sabe mucho sobre su ciclo reproductivo.
Para una especie que enfrenta numerosas amenazas ambientales, incluyendo el cambio climático y la pérdida de hábitat, los datos precisos sobre su ciclo reproductivo son cruciales para la conservación. Pero determinar esos datos ha sido esquivo.
«Los rasgos del ciclo de vida, como la edad de maduración y las tasas de reproducción, son difíciles de medir en animales grandes que viven en libertad, como los cetáceos», dicen los científicos.
Para estudiar a las ballenas de Groenlandia, los biólogos se basan en décadas de observación y estudios de campo, así como estudios anatómicos y fisiológicos de los cadáveres recolectados de la caza comercial o la caza indígena de ballenas.
Los informes anteriores habían sugerido que las hembras probablemente tienen un tiempo de gestación de unos 14 meses, un número que se obtuvo al medir el tamaño del feto en ballenas muertas, la temporada de apareamiento y las fechas de parto.
En el estudio publicado en Royal Society Open Science, un equipo internacional de biólogos tomó otro enfoque: analizar las hormonas a través de muestras tomadas de 10 ballenas de Groenlandia. La hembras habían sido capturadas por cazadores inuit en todo el Ártico canadiense oriental y el oeste de Groenlandia entre 1998 y 2011.
El equipo buscaba determinar los tiempos de gestación, el intervalo entre los partos y los niveles de estrés derivados de la gravidez midiendo los niveles hormonales a lo largo de las barbas de las ballenas.
Las barbas, o cerdas blanquecinas que se encuentran en la boca de las ballenas que se alimentan por filtración, crecen de forma continua a lo largo de su vida. Por lo tanto, estás proyecciones similares a dientes (su sistema de filtración que mantiene la comida dentro y el agua fuera), conservan un registro molecular que cuenta la historia de vida de una ballena, dónde ha estado, su alimentación, cambios hormonales e historia reproductiva.
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Los científicos utilizaron las muestras para medir las concentraciones de tres hormonas: la progesterona, una hormona que se produce poco antes y durante el embarazo; el estradiol, también conocido como estrógeno, que se libera en cantidades considerables cuando un animal entra en celo (o estro); y corticosterona, un biomarcador de estrés que también juega un papel en el desarrollo fetal.
El análisis reveló que siete de las 10 hembras contenían elevados niveles de progesterona con aumentos repentinos a lo largo del tiempo. Las primeras subidas hormonales habrían durado unos 10 meses, seguido por otro pico de casi 14 meses.
Los científicos sugieren que los niveles de progesterona observados son indicativos de que las hembras han tenido un embarazo con una duración de hasta 23 meses y medio.
Según el artículo, las observaciones de apareamiento y el parto podrían alinearse con una gestación que dura ese tiempo aproximadamente. Pero su hipótesis tiene un problema. Las investigaciones previas han descubierto que los fetos suelen ser más pequeños de lo que cabría esperar si el embarazo fuera de dos años.
Una explicación alternativa que sí coincide con lo que se sabe sobre el tamaño de los fetos (pequeños o grandes en primavera, medianos en otoño), sugiere que en el primer pico de progesterona las ballenas no habrían estado embarazadas, sino que estaban experimentando un estado prolongado de celo u ovulación. El cuerpo del mamífero habría liberado las hormonas para preparar su cuerpo para un posible embarazo. Una gestación que «ocurre» durante el segundo pico de progesterona, que dura unos 14 meses.
Según los científicos, una temporada de celo prolongada podría permitir a las hembras maximizar su éxito reproductivo al ser sexualmente receptivas durante períodos de tiempo más largos y escoger el padre de mayor calidad para su descendencia. Pero los datos tampoco son precisos y los científicos se decantan más por la primera hipótesis.
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Una explicación que haría posible un embarazo prolongado en las ballenas de Groenlandia sin cambios en el tamaño del feto, escribieron los científicos, es que las hembras experimentan un fenómeno conocido como implantación retrasada o diapausa embrionaria.
En ciertas especies de animales, cuando ocurre la fecundación, la implantación en el útero se retrasa. Las primeras células embrionarios permanecen dentro de la madre, pero sin adherirse al útero, por ende, sin la capacidad de crecer.
Se cree que la falta de alimentos u otras situaciones de estrés provocan que el embarazo se detenga hasta que los días sean mejores. Los embriones permanecen en un estado inactivo que puede durar desde un par de días hasta 11 meses o hasta que la madre tiene suficiente energía y nutrientes en su cuerpo para llevar a cabo el embarazo o «abortar selectivamente un embrión en condiciones inadecuadas».
La implementación retardada se considera una ventaja de supervivencia que permite al cuerpo de la madre decidir básicamente cuándo es el momento adecuado para tener el bebé.
Si bien la diapausa es común en algunos órdenes de mamíferos, nunca se ha observado en cetáceos. Aunque los investigadores sospechan que los estudios anteriores podrían haber pasado por alto células embrionarias inactivas en hembras preñadas.
En la diapausa también ocurre un aumento repentino de progesterona y elevaciones de estradiol muy similares a las observadas en ballenas de Groenlandia. Por lo tanto, la implantación retardada explicaría los datos y haría posible un embarazo de dos años.
Desde el punto de vista evolutivo, concluyeron los autores, ambos escenarios permitirían a las hembras maximizar su éxito reproductivo en un entorno tan extremo como el Ártico, donde los recursos son escasos y las condiciones ambientales son severas.
Pero hacen falta más estudios para determinar si los elefantes siguen manteniendo su récord de la gestación más larga entre los mamíferos, o son las ballenas de Groenlandia quiénes se quedan con el título.
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