Kanzi, el bonobo que aprendió inglés y a fabricar herramientas de piedra, murió a los 44 años

Una crónica sobre el primate que aprendió a comunicarse con humanos y redefinió la inteligencia animal.

Kanzi, el bonobo que aprendió inglés y a fabricar herramientas de piedra, murió a los 44 años
La Dra. Sue Savage-Rumbaugh, pionera del lenguaje de los simios y científica de Ape Initiative, se comunica con Kanzi (2003), un bonobo que ha demostrado competencia receptiva para el inglés hablado, en un tablero de lexigramas basado en símbolos. Créditos: Great Ape Trust de Iowa.

En una fría tarde de 1989, en el Laboratorio de Lenguaje de la Universidad Estatal de Georgia, un bonobo llamado Kanzi tomó un cartón con símbolos lexigráficos y formó una frase inesperada: «Fuego. Kanzi. Encender». Los investigadores, atónitos, comprendieron que no se trataba de un simple capricho: el primate quería cocinar malvaviscos, como había visto hacer a los humanos. Así, con una fogata improvisada y palos secos, Kanzi demostró que su comprensión del mundo iba más allá de lo que nadie había imaginado.

Treinta y seis años después, el 18 de marzo de 2025, el santuario Ape Initiative en Iowa quedó en silencio. Kanzi, el bonobo que aprendió a encender fogatas y pedir «chocolate caliente» mediante símbolos, había fallecido a los 44 años, dejando atrás un legado que revolucionó el estudio de la cognición animal.


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Nacido en 1980 en el Centro Nacional de Investigación de Primates Emory en Atlanta, Estados Unidos, Kanzi era originalmente un espectador secundario mientras los científicos estudiaban a su madre adoptiva, Matata. Pero, mientras a ella le eran indiferentes los ejercicios de lenguaje, el joven bonobo (Pan paniscus) absorbía cada lección desde las sombras. Un día, sin que nadie lo esperara, tomó el teclado de lexigramas y comenzó a comunicarse. Las lexigramas son básicamente símbolos o imágenes que representan palabras o conceptos. En el caso de Kanzi, esos símbolos estaban organizados en un teclado especial, y cada uno representaba algo concreto, como «comida», «agua» o «fuego».

A diferencia de otros primates famosos como Koko (la gorila) o Washoe (el chimpancé), Kanzi no recibió entrenamiento formal, sino que aprendió por observación, como un niño humano. Para 1993, ya dominaba 348 símbolos y algo aún más asombroso: entendía el inglés hablado. En un experimento publicado en Language & Communication (1993), el bonobo respondió correctamente al 72% de 660 órdenes complejas como «Pon las llaves en el refrigerador» o «Lava el pepino con agua», superando incluso a niños de dos años. Pero lo verdaderamente revelador fue cómo lo hacía. Cuando los investigadores del estudio introdujeron frases con estructuras gramaticales novedosas, Kanzi no se limitó a asociar palabras con objetos. Reorganizaba los conceptos como un hablante nativo, demostrando que captaba las reglas subyacentes del lenguaje, como la sintaxis (la capacidad humana de ordenar palabras para construir oraciones).

Esta habilidad se profundizó con los años. En 1990, un análisis de 13,000 combinaciones de lexigramas reveló que Kanzi creaba su propia sintaxis, ordenando símbolos en estructuras sujeto-verbo-objeto. Si un humano decía «Uva dar Kanzi», él lo corregía sin dudar: «Kanzi dar uva», una habilidad considerada clave en la comprensión avanzada del lenguaje. Más sorprendente aún fueron sus invenciones léxicas, como llamar «agua chocolate» a la leche, mostrando que los bonobos podían no solo imitar, sino innovar con el lenguaje, creando nuevas combinaciones para conceptos abstractos.

Estos hallazgos sugirieron que la capacidad para entender el lenguaje no es exclusiva de los humanos. Más bien, podría haberse desarrollado millones de años antes de que los humanos comenzaran a hablar, mostrando que nuestros ancestros y los bonobos compartían un potencial cognitivo en común. Kanzi se convirtió en un embajador de esta idea, desafiando las fronteras entre especies y ampliando nuestra visión sobre la evolución del lenguaje.

Kanzi, el bonobo que aprendió inglés y a fabricar herramientas de piedra, murió a los 44 años
Fig. 2. (a) Kanzi percutiendo con un martillo duro a mano; (b) Kanzi inspeccionando un adoquín antes de percutirlo; (c) Kanzi lanzando un adoquín contra otro para iniciar la fractura. El adoquín lanzado acaba de rebotar sobre el adoquín inmóvil tras el impacto y se puede ver como una mancha borrosa en la esquina inferior derecha. La gran mayoría de los artefactos descritos aquí se produjeron mediante esta técnica. Créditos: Schick, et al./Journal of Archaeological Science, 1999.

Pero Kanzi no solo destacó en la comunicación. También mostró habilidades prácticas excepcionales, como la fabricación de herramientas de piedra. Estudios realizados desde los años 90 revelaron que Kanzi, junto con su hermana Panbanisha, lograba tallar herramientas similares a las de los primeros Homo habilis. En estos experimentos, se le entregaron piedras y una caja que solo podía abrirse con un filo. Kanzi improvisó bordes cortantes golpeando las rocas entre sí, creando herramientas funcionales. Aunque esta habilidad no es innata en los bonobos, Kanzi la desarrolló mediante aprendizaje social, un logro que su hermana solo replicó al observarlo.

Estas habilidades no quedaron en aislamiento. Según los registros del Ape Initiative, Kanzi guiaba a Panbanisha en el uso de lexigramas, corrigiendo sus errores con paciencia. Aunque no se publicó como estudio formal, sus cuidadores documentaron este comportamiento único en informes internos. Este comportamiento, nunca observado en bonobos salvajes, sugirió algo radical: la transmisión cultural intencional podría no ser exclusiva de nuestro linaje.

Kanzi, el bonobo que aprendió inglés y a fabricar herramientas de piedra, murió a los 44 años
Fig. 3. Sue Savage-Rumbaugh, Kanzi (der.) y su hermana Panbinisha (centro) trabajando en el «teclado» portátil. Créditos: William Calvin/Wikimedia, 2006.

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El final llegó tan silenciosamente como sus mayores revelaciones. Según el comunicado del Ape Initiative, ese 18 de marzo Kanzi había jugado en las torres del recinto, compartido comida con otros bonobos y disfrutado del invernadero, su lugar favorito. Aunque estaba siendo tratado por una enfermedad cardíaca, no mostró señales de malestar antes de ser encontrado sin vida. La necropsia aún pendiente podría explicar su muerte física, pero no el vacío que dejó en la ciencia.

El santuario ha creado un memorial digital donde científicos y admiradores comparten historias. Una anécdota recurrente: Kanzi guardaba ramitas para hacer fogatas en días lluviosos, demostrando planificación a futuro, algo que se creía exclusivamente humano hasta entonces.

Más que un primate brillante, Kanzi fue un puente. Sus habilidades forzaron a la ciencia a debatir temas que se creían exclusivos de los humanos y los homínidos extintos, como la sintaxis en animales, la conciencia de sí mismos e incluso los derechos de los primates no humanos. Hoy, mientras el estudio de la primatología llora su partida, su historia sigue viva en cada investigación que explora los límites de la mente animal. ¿Podrían otros bonobos repetir sus logros? Quizá, pero Kanzi siempre será el primero que, sin decir una palabra, nos habló.


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