70 voluntarios reunidos en un instituto alemán juegan por recompensas monetarias frente a un ordenador: cuanto más rápido hacen click al ver una imágen en la pantalla, se llevan un euro. A casi la mitad de los participantes le brillan los ojos al aumentar sus posibilidades de ganancias, en el resto, las pupilas parecen apagadas. Aquellos 40 que no muestran interés, son, según nos dice un paper publicado a principios de enero, pacientes diagnosticados con depresión.
El estudio realizado por psiquiatras del Instituto Max Planck descubrió que la dilatación de las pupilas, algo básico en los seres humanos al realizar actividades que nos beneficia, está ausente en persona con depresión clínica, lo que podría ayudar a entender los síntomas de la apatía a nivel fisiológico.
El hallazgo también sugiere que la falta de dilatación pupilar podría estar vinculada con la anhedonia, la falta de emociones y de placer, que suele ser un componente de la depresión.
«La reacción pupilar reducida fue particularmente notable en pacientes que ya no podían sentir placer y reportaron una pérdida de energía», dicen los autores.
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La dilatación de las pupilas es una reacción natural. Ocurre en ambientes con poca luz, al mirar a alguien atractivo o ante una actividad agradable. En esas situaciones, nuestro cerebro activa ciertos mecanismos para dilatar las pupilas, nuestros ojos se hacen un poco más grandes, para captar hasta el mínimo detalle lo que está ocurriendo. A nivel fisiológico es una respuesta del sistema nervioso al estrés o la excitación, se desencadena cuando una región específica del tronco encefálico, conocida como locus coeruleus, libera el neurotransmisor norepinefrina.
En el caso de personas con depresión y anhedonia, la ausencia de esta respuesta pupilar podría indicar una disfunción en el circuito de recompensa cerebral asociado. La dilatación de las pupilas, por lo tanto, es de interés en la psicología y psiquiatría: el cómo se modifica ante ciertos estímulos.
Para el nuevo estudio, el equipo del Instituto Max Planck reclutó un grupo de 40 personas con depresión no medicadas y 30 personas sanas. Durante las pruebas, los participantes realizaron diferentes tareas en una computadora mientras se medía el tamaño de sus pupilas mediante un rastreador ocular dentro de una máquina de resonancia magnética. La pantalla de la computadora indicaba la posibilidad de una recompensa financiera a través de imágenes y luego solicitaba a los participantes que respondieran después de un destello de luz, mostrando la recompensa de 1€ si eran rápidos.
Este enfoque combinado de tareas computarizadas y seguimiento ocular en resonancia magnética proporcionó datos valiosos para entender la relación entre la dilatación pupilar y la depresión. Los resultados no solo sugieren una conexión entre la falta de dilatación pupilar y la apatía en personas con depresión, sino que también plantean la posibilidad de utilizar el seguimiento ocular como una prueba clínica para clasificar a las personas con depresión en subgrupos o evaluar su respuesta a tratamientos.
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En el contexto de la salud mental global, donde aproximadamente una de cada diez personas sufre de depresión, la falta de biomarcadores aprobados para la enfermedad destaca la importancia de encontrar métodos objetivos de diagnóstico. Actualmente, la depresión se diagnostica principalmente mediante evaluaciones del comportamiento, y la introducción de herramientas como el seguimiento ocular podría ofrecer una nueva perspectiva clínica.
Un estudio previo del mismo grupo de investigación en 2018, que involucró a 46 individuos sin diagnóstico de depresión, demostró que la anticipación de una recompensa monetaria inducía consistentemente la dilatación pupilar. Este hallazgo anterior refuerza la coherencia de los resultados y proporciona una base sólida para los hallazgos más recientes que incluyen un grupo más amplio de participantes: 136 en total, combinando los estudios de 2020 y 2024.
Es crucial destacar que la confianza en la investigación en psicología ha experimentado una disminución en los últimos años debido a la falta de reproducibilidad en muchos estudios. En este contexto, los autores del estudio enfatizan la importancia de demostrar que sus hallazgos pueden replicarse. Al lograr una valiosa réplica de su estudio anterior de 2020, que incluyó a 41 personas con depresión no medicadas y 25 personas sanas, y al ampliar la muestra combinada a 136 participantes en el estudio más reciente, los investigadores buscan abordar directamente esta preocupación.
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