
La capacidad para mantener una temperatura corporal alta y relativamente constante se considera una adaptación clave que permitió a la mayoría de los mamíferos colonizar con éxito nuevos hábitats y entornos hostiles. Sin embargo, el cómo evolucionó esta capacidad sigue siendo un misterio.
Algunos hipótesis sugieren que esto se debe a una región particular del cráneo de los mamíferos, la cavidad nasal anterior, que alberga estructuras conocidas como maxiloturbinales, y juegarían un papel fundamental en el mantenimiento de la temperatura corporal.
Ahora un estudio publicado en Nature Communications por un equipo internacional de científicos advierte contra el uso de la presencia y el tamaño relativo de estas estructuras del cráneo para determinar si un animal, vivo o extinto, es capaz de mantener el calor y la humedad para sobrevivir.
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El biólogo Stan Braude en Artes y Ciencias de la Universidad de Washington en St. Louis es coautor del estudio. Los hallazgos de su equipo se basan en un análisis de tomografías computarizadas de las cabezas de más de 300 mamíferos de colecciones de museos internacionales.

“Nuestros turbinales respiratorios ayudan a los humanos y otros mamíferos a calentar el aire que inhalamos, así como a conservar el agua del aire que exhalamos”, dijo Braude.
“Este proyecto no cambia la forma en que enseño esto en mi curso de ‘Anatomía y fisiología humana’ en la Universidad de Washington. Pero el tamaño de las estructuras óseas subyacentes (los maxiloturbinales) no se correlaciona con la tasa metabólica o la temperatura corporal.
Esto probablemente se deba a que los mamíferos viven en entornos tan diversos y tienen otras adaptaciones a esas condiciones.
“El dogma de que los maxiloturbinales en las especies fósiles indican su capacidad para mantener la temperatura corporal, es decir, la homeotermia, es demasiado simplificado e injustificado”, dijo Braude.