
Durante un brote viral en una población de chimpancés salvajes en Tanzania en 2006 se descubrió un virus de origen humano como la causante de las infecciones, «y posiblemente más enfermedades humanas estaban circulando en la población», indicaron los científicos en aquel entonces. Pero lo que hace dos décadas parecía un hecho aislado, un virus respiratorio saltando entre primates genéticamente relacionados, podría ser común entre los vertebrados que están en contacto con los seres humanos, sugiere un estudio publicado la semana pasada. Hay más virus que se transmiten de humanos a animales que de animales a humanos, dicen los autores.
La conclusión de los genetistas del University College de Londres se basa en un análisis genómico de cerca de unas 59 000 secuencias virales aisladas de varios huéspedes vertebrados, para reconstruir dónde los virus han saltado de un huésped para infectar a otra especie.
Determinaron que los seres humanos somos tanto un sumidero que captura eventos virales como una fuente donde se liberan los virus hacia otras especies de animales. Unos resultados que van en contra del pensamiento predominante, que los seres humanos «sólo atraemos» virus de otros seres vivos.
«Deberíamos considerar a los humanos simplemente como un nodo en una vasta red de huéspedes que intercambian patógenos sin cesar, en lugar de un sumidero», dicen los científicos. «Una red grande y compleja de huéspedes donde la transmisión de animales a humanos probablemente sólo representen resultados raros de esta red ecológica más amplia».

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Como sabemos, la mayoría de las enfermedades infecciosas de los últimos años han sido causadas por virus que saltan de animales a nosotros. Estos brotes, llamados zoonóticos, han causado enfermedades que van desde casos aislados hasta epidemias y pandemias. Por lo tanto, estudiar los causantes de estos brotes ha sido el enfoque predominante en virología.
Pero este enfoque centrado en la salud humana ha dejado lagunas sobre los virus que saltan entre los demás vertebrados, domésticos y salvajes. El nuevo estudio, por ejemplo, encontró que el 81% de los saltos virales entre distintos hospederos se da en especies de animales y no involucran a humanos. «Lo que enfatiza la gran escala subestimada de la red global de intercambio de virus», escriben los científicos en su artículo.
Sumado a esto, los casos inversos dónde los virus que se encuentran en poblaciones humanas infectan a los animales, conocido como antroponosis, reciben aún menos atención. Esto ha llevado a que nuestra comprensión actual de cómo surgen estas enfermedades siga siendo insuficiente para predecir y prevenir amenazas inminentes y futuras, dicen los autores.
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En el nuevo estudio, el equipo del University College analizó 58 657 genomas virales asociados a 62 órdenes de animales que provenían de un análisis más amplio de 12 millones de secuencias publicadas hasta la fecha, en su mayoría de virus humanos y animales domésticos, para determinar que impulsa a nivel evolutivo que ciertos virus salten de una especie a otra.
Los investigadores identificaron 12 676 linajes involucrados en infecciones entre distintas especies. En total 2 904 saltos entre los huéspedes vertebrados agrupados en 174 grupos de virus relacionados que los científicos llaman camarillas.
Los datos revelan que entre los virus involucrados en infecciones humanas, una frecuencia mucho mayor de saltos de huéspedes se dan de humanos a animales en comparación con los derrames zoonóticos.
Más específicamente, hasta el 64% de los saltos más recientes identificados pasaron de poblaciones humanas a otros vertebrados. Dónde el mayor número de infecciones se dió en el grupo de los coronavirus y la influenza A. Es decir, es más probable que una persona empiece un brote de influenza en cerdos, por ejemplo, que un cerdo cause una epidemia en humanos.
Esto concuerda, dicen los científicos, con los artículos reportados sobre el contagio de animales de granja, cautivos y salvajes con SARS-CoV-2 (el virus del COVID-19) y la influenza A.
Además, 16 de las 21 de las familias virales de esos grupos estuvieron involucrados en saltos de humanos a animales, lo que indica que este hallazgo ocurre en la mayoría de los virus, pero hasta ahora estos niveles de contagios habían sido subestimados.
Es lógico, dicen los investigadores, que el tamaño de la población humana mundial, los lugares que ocupamos y nuestras actividades, como la agricultura o mayores interacciones con la vida silvestre, nos posicionen como una fuente importante de intercambio viral. Lo que a la larga podría afectar todo un ecosistema.
Por ejemplo, un reciente brote del Ébola en la República Democrática del Congo creó la posibilidad de que un ser humano infectado introdujera el virus en la población de gorilas de montaña en peligro de extinción del Parque Nacional Virunga.
«Como los gorilas de montaña están en peligro de extinción, quedando poco más de 1 000 individuos en el mundo, un brote podría diezmar la población», escribieron los científicos en su informe del año pasado. Su modelo de simulación reveló que menos del 20% de la población sobreviviría 100 días después de la infección de un solo gorila con el Ébola.
Esto «demuestra que las antroponosis son igualmente o más críticas de considerar que la zoonosis al evaluar cómo se propagan los virus», dicen los autores del nuevo estudio.
Los hallazgos también podrían suponer una alerta de salud pública, ya que si un virus transportado por humanos infecta a una especie animal, el virus puede continuar prosperando en la naturaleza incluso si se erradica entre los humanos, o incluso desarrollar nuevas adaptaciones antes de introducirse a la población humana nuevamente.

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Los científicos también descubrieron que los virus que pasan de una especie a otra tienen más cambios genéticos, o mutaciones, lo que refleja que deben adaptarse para explotar mejor a sus nuevos huéspedes. Pero curiosamente, en los virus que infectan a más especies estos cambios adaptativos disminuyen y los virus parecen apuntar a aquellas moléculas que aún compartimos «todos» los vertebrados, sin cambiar mucho su estructura genética.
Esto puede proporcionar una explicación para las observaciones previas, dicen los autores, de que los virus con una amplia gama de huéspedes tienen un mayor riesgo de surgir como enfermedades zoonóticas, al atacar las mismas proteínas en especies distintas. Lo que a su vez indica que puede haber un límite de cambios genéticos necesarios para que los virus amplíen su rango de huéspedes.
En general, los resultados señalan que las adaptaciones del huésped viral siguen siendo un proceso complejo que requiere más investigación y resaltan la importancia de estudiar y monitorear la transmisión de virus de persona a animal y sus impactos en la salud humana y veterinaria. Y «sugiere que apenas hemos arañado la superficie de la verdadera diversidad viral en la naturaleza».
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