
Una mujer en la República Democrática del Congo podría ser la primera persona documentada en la literatura médica con una infección ocular por un parásito de serpientes, según un reporte del caso publicado a mediados de abril.
La mujer de 28 años presentó una masa debajo de la conjuntiva del ojo izquierdo. La masa había estado creciendo durante 2 años, pero no mostraba ningún otro síntoma, dicen los autores del informe, un grupo de médicos de una misión humanitaria en Basankusu (República Democrática del Congo).
Un examen minucioso, reveló que la masa podía moverse, lo que llevó a los médicos a extirparlo quirúrgicamente. En el interior, encontraron una larva pálida en forma de C de unos 10 milímetros. El equipo envió la muestra a un centro de investigación en Alemania donde un análisis independiente lo identificó como una larva perteneciente a Armillifer grandis, un parásito que suele habitar el sistema respiratorio de las serpientes.

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A. grandis pertenece a un grupo más amplio de parásitos llamados pentastómidos que causan la pentastomiasis, una enfermedad rara que se transmite de animales a humanos. La mayoría de las infecciones ocurren en los trópicos y subtrópicos. En África y Asia, por ejemplo, la enfermedad suele ser causada por especies de Armillifer, que tienen serpientes, mayormente víboras, como huésped final.
La infección por Armillifer es tan poco común que una revisión de artículos publicados hasta 2018 solo encontró 40 casos de infecciones por el parásito, a pesar de que el género se conoce desde 1847 como parásitos que pueden causar infecciones humanas.
El ciclo de vida del parásito comienza cuando los Armillifer adultos liberan sus óvulos infecciosos a través de las heces o secreciones de las serpientes. Más tarde, estos huevos son digeridos en el ambiente por pequeños mamíferos que cumplen el papel de huéspedes intermediarios. Después de la ingestión de los huevos, las larvas migran a diversos órganos de los huéspedes donde se enquistan. Luego, otras serpientes se comen a los pequeños mamíferos, como roedores infectados, continuando así con el ciclo de vida del parásito.
Se cree que los seres humanos se infectan al comer o beber alimentos y agua contaminadas con huevos de pentastómidos o por contacto cercano con serpientes infectadas, donde los huevos ingresan a un individuo de forma accidental. Es decir, al igual que otros mamíferos, los seres humanos sólo cumplimos el papel de intermediarios.

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Pero en el caso del último informe, la paciente dijo que nunca había comido ni manipulado serpientes. «Sin embargo, estaba acostumbrada a comer carne de cocodrilo», indica el reporte.
Los científicos suponen que la mujer pudo adquirir el parásito después de consumir carne de cocodrilo infectado con huevos de Armillifer.
Aunque hasta la fecha no hay informes de ningún caso de infección ocular causado por este género en personas que comen carne de cocodrilo, se sabe que estos reptiles pueden infectarse por distintas especies de pentastómidos. «Por lo tanto, —dicen los autores—, reconocemos la posibilidad de que la infección haya ocurrido después del consumo de carne de cocodrilo contaminada con huevos de pentastómidos».
Otra alternativa podría ser que la infección se dió por una contaminación cruzada: la carne de cocodrilo pudo haber estado en contacto con la carne de serpiente infectada en un puesto del mercado.
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En la mayoría de los casos de pentastomiasis, la persona infectada no suele presentar síntomas y el diagnóstico se hace de forma accidental cuando se busca otras enfermedades a través de una radiografía, durante una cirugía o en la autopsia.

Sin embargo en algunos casos pueden aparecer síntomas dependiendo de dónde se encuentre el parásito, como dolor abdominal, mal funcionamiento del hígado o síntomas neurológicos. Estos síntomas aparecen cuando las larvas crecen, migran, perforan órganos o mueren, provocando una fuerte reacción inmune que puede ser mortal, dicen los científicos. Por ende, en caso de una infección, el tratamiento más adecuado es la extracción del parásito con cirugía, ya que un medicamento antiparasitario puede matar a las larvas, lo que podría desencadenar una enfermedad más grave en el paciente.
«La prevención se basa principalmente en medidas higiénicas», dice el paper. «Se debe evitar el consumo de carne de reptil poco cocida».
Según los autores, el caso de la mujer de la República Democrática del Congo sugiere que la carne de cocodrilo podría ser también una fuente de infección por Armillifer al igual que una exposición a las serpientes.
Si bien, la revisión de 2019 encontró que la mortalidad causada por Armillifer es baja, la mayoría de los casos de infección ocular provocan una pérdida permanente de la visión. Por lo tanto, «los oftalmólogos deben considerar el diagnóstico en pacientes provenientes de países endémicos», concluyen los autores.
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